Dogs are coming | Bree

El viernes había sido, como la mayoría de los fines de semana, un día de ser su otra yo. A pesar de llamar así a la chica que era cuando estaba entre las personas de alta sociedad, en realidad no estaba bien dicho literalmente "otra yo" por que simplemente no era ella, pero era un buen mote a fin de cuentas. Había salido con algunas compañeras de colegio. Planeaban el cumpleaños de una rubia que ese día se encontraba ausente por suerte. El tema principal había sido la fiesta y entre uno y otro habían terminado con sus planes a la una de la madrugada. Bastian no dijo nada al respecto de la hora cuando la vio entrar por la puerta. Le dedicó una sonrisa y un beso en la mejilla antes de volver a su trabajo.

Sin embargo, aunque se metió en la cama nada más llegar al cuarto y quitarse la ropa, cuando al día siguiente la asistenta la despertó a las once con el ruido de la aspiradora, seguía con algo de sueño. Pero no dejó que este la venciera. Salió de la cama y se metió de cabeza en la ducha. Una hora y media después ya se encontraba en su coche eléctrico conduciendo hasta el centro comercial, si sabía que una bicicleta era mucho más ecológica y solía llevarla cuando se encontraba en un lugar donde nadie de su circulo podía verla pero la bici no era suficientemente chick para ese mundo.

Había escuchado a su amiga más de una vez decir que quería un perrito, uno de esos con poco pelo y demasiada piel a la vista, pero un perro a fin de cuentas. Poco después de entrar a la tienda de animales, a penas le había dado tiempo de mirar un solo perro, choco contra alguien. Reconoció al instante a Ronnie, sobre todo por su voz. -¿Yo? Mejor procuro cuidarme a mi misma. ¿Pretendes en serio que cuide a un perro?- Rió bromeando, aunque realmente la Bree pija y superficial no era capaz de cuidar a una mascota ni por asomo probablemente mataría incluso a un cactus. -Es un regalo de cumpleaños. ¿Es que tu si quieres un perro?- La sorpresa esta vez estaba en las palabras de Bree.

Encogió los hombros divertida. -Pues claro. Es una de esas niñas pijas que solo quieren al perro como juguete, ya sabes.- Suelta una leve risa. -Siempre ha querido un perrito de esos con muy poco pelo o un caniche. Pero por más indirectas que le lanza a sus padres no se dan por aludidos. Así que me ha tocado a mi. No creo que conozcas a la cumpleañera, pero créeme no te pierdes nada. - Obviamente estaba controlando que nadie más pudiera escucharla. Podía hablar con Ronnie sin que pareciera extraño, pero criticar a sus amigas o llamarlas algo como niñas pijas no era en absoluto típico de la Bree que representaba en ese momento.

Siguió a Ronnie por la tienda mientras la mayor se fijaba en todos los perritos y parecía querer llevarse a casa la mayoría. La verdad es que su amiga era muy cariñosa y cualquier perro que se quedara estaría más que bien cuidado, de eso estaba segura. -Yo podría pasar más de un día sin comer si eso no me quitara fuerzas y bueno, seguramente si no tuviera a Bastian o a la sirvienta recordándomelo.- Claro que la mayoría de veces, a no ser por falta de tiempo, se preparaba su propia comida. No es que fuera su hobbie favorito, pero sabía cocinar lo suficiente como para no morirse de hambre. Bree se rió cuando su amiga le indicó un perro. -¿No sería mejor un rotwayler que pudiera atacar a un ladrón?- Sinceramente de elegir un perro propio, ella se quedaría con un pitbull, pastor alemán o quizá un dalmata. Pero fuera como fuese, enorme. Ronnie era bastante dura, se parecían mucho en su forma de ser, sobre todo de enfadadas. Pero le hacía gracia verla así de tierna a veces.

-Un perro no logrará eso. Bueno, nada lo logrará. Parece que no me conozcas...- Y ahí estaba de nuevo la Ronnie protectora que intentaba alejar a Bree de ese mundo sin que el se sentiría realmente vacía. -Aunque me pensaré el regalarle un perro de esos enormes a Bastian por su cumpleaños.- Bromeó divertida. -No creo que la conozcas, va al Lester. La conozco por otra chica.- Le explicó la morena. Aunque no por ser estudiante de Lester la cumpleañera era menos pija, si no que iba a dicho colegio por asuntos familiares y sociales.

Sonrió levemente. -Oh, me halaga señorita Mahone.- A pesar de que cuando se encontraban fuera de las aulas la trataba con mucha más cordialidad y menos seriedad, rara vez la llamaba por su nombre de pila a no ser que estuvieran en territorio KARMA, si no que la llamaba por su apellido como era común con los profesores. A pesar de que no tenía nada que ver con ese mundo, Bree a veces disfrutaba codeándose entre la alta sociedad en la que vivía. De un modo irónico por supuesto. Por el simple hecho de que se creían los dueños del mundo, los más inteligentes. Mientras que al mismo tiempo eran más fáciles de engañar de lo que cualquiera ajeno a la situación podría imaginar.

-¿Anoréxica?- Respondió atónita, para luego replicar con un tono burlón. -Con la cantidad de ejercicio que hago no necesito en absoluto dejar de comer para mantener este precioso cuerpo.- Ese comentario era tan típico de la Bree superficial como de la Bree real. ¿No dicen que debes quererte a tu misma para poder querer después a otro? Eso la morena lo sabía al pie de la letra. Se rió levemente. -Estoy segura de que tu morderías más que cualquier de estos perros.- Bromeó. Ronnie podía tener incluso peor carácter que Bree si se enfadaba, y eso era realmente difícil en realidad. Había cantidad de perros en esa tienda. Sacudió la cabeza. De haber seguido en Polonia, habría ido a la perrera a adoptar un cachorro y le habría dicho a su amiga que era un animal recién comprado. ¿A caso creen que ella hubiera notado la diferencia? Pero por suerte en la isla aun no habían abandonado a perros que terminaran en la perrera, o por desgracia ya que no habían llevado allí a los pobres perros que seguían en perreras en los países de fuera.

-¿Y crees que yo si tendría tiempo para cuidar a un perrito?- Se rió. -El tiempo que paso en casa es estudiando y haciendo Breetrampas.- La verdad es que igual que su primo Bree pasaba por casa el tiempo justo. Cuando no estaba estudiando o ensayando estaba organizando galas benéficas o asuntos de tráfico. -Sabes que el perro terminaría cuidado por Hannah.- Resopló divertida refiriéndose a la sirvienta de confianza de su casa. Le sacó la lengua a Ronnie cuando le dijo sobre sus propios gustos. Era cierto, a Bree no le gustaban las cosas pequeñitas o rositas como a sus amigas, pero bueno. Revisó entre las jaulas y encontró un chiguagua minúsculo, había ratas en la tienda mayores que ese perro. Llamó la atención de Ronnie. -¿Que te parece este? Es muy Paris Hilton.